miércoles, 16 de junio de 2010

La flaca Elcira

La Flaca Elcira

Bella, elegante y añosa  pululaba las cantinas y bares del barrio, era bastante ágil, la verdad es que nunca la vi  buena y sana,  como diría mi madre.
Delgada como un “palote” y  libre como el viento, de un  mundo  bastante distinto al mío, y que ocasionalmente dormíamos bajo el mismo techo, se había convertido en la nueva amiga de  don Segundo, nuestro anciano casero.
En sus nocturnos encuentros se embriagaban hasta olvidar sus nombres.
A su regreso bailaban y cantaban, doblados como churro, diría mi padre.
De madrugaba  Elcira huía  como siempre de los brazos del viejo.


Autor: Manuela Bossans Ardiles

viernes, 4 de junio de 2010

Exposición De La Biodiversidad:
Lugar: Ciudad de Jujuy , Argentina
Fecha : Junio  2010
Artista Plástico:Julio Gaete Ardiles
Valparaíso
Marzo 2010
Subida cerro ex-cárcel
Fotografía :Autor Vitalia Ardiles Saldaña

Grafitti Valparaíso, Marzo 2010.

Grafitti Valparaíso
Subida cerro ex-cárcel
Marzo 2010
Autor Fotografía .Mario Artigas

Calabria

Sunset over Stromboli from InCalabria

miércoles, 2 de junio de 2010

VICTORIA CIRLOT: RAÍCES SECRETAS DE LA CREACIÓN, ENTRE LAS VISIONES MÍSTICAS Y EL SURREALISMO


¿Es posible relacionar experiencias de una monja alemana del siglo XII con las de artistas surrealistas del siglo XX, como Max Ernst,Giorgio De Chirico y Joan Miró? Victoria Cirlot (Barcelona, 1955), catedrática de Filología Románica de la Universidad Pompeu Fabra, no duda en responder que sí, que esa asociación no sólo no es caprichosa sino que podría ayudar a entender mejor cuestiones como las experiencias visionarias y el problema de la creación. 

Publica 
ADN

Por 
Susana G. Artal

Desde hace años, Cirlot investiga la obra de 
Hildegard von Bingen (1098-1179), abadesa de Ruperstberg, autora de libros teológicos como Scivias (Conoce los caminos), poético-musicales (Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestiales) y tratados sobre la ciencia natural de su época, de quien se conserva además una importante correspondencia. "Fue una mujer fascinante -dice Cirlot-. Pensar que una mujer en el siglo XII pudo llegar a escribir, hablar delante de la catedral de Colonia, dirigirse al clero y decirle nada menos que a Federico Barbarroja lo que debía hacer y lo que no debía hacer nos resulta extraordinario. Y lo era".

La investigadora, que publicó parte de su trabajo en 
Vida y visiones de Hildegard von Bingen (Siruela) y Hildegard von Bingen y la tradición visionaria de Occidente(Herder), explica que muchos estudiosos consideran que sólo hay que estudiar a Hildegard desde el punto de vista teológico o el de la didáctica que creó para enseñar a sus monjas, y que sus visiones fueron entendidas como un desarrollo didáctico por imágenes, pero a ella le interesa en particular el tema de la visión: "Sabemos, por una biografía en la que abundan pasajes autobiográficos, que ella tuvo esas experiencias desde su infancia, pero el gran suceso visionario se produjo cuando tenía 42 años. En una carta dirigida a Guibert de Gembloux, un filósofo coetáneo, ella relata cómo se producían esas visiones que proporcionaron la estructura de su obra profética en la que, además de describírselas, se las representa mediante miniaturas que iluminaron al menos dos de sus libros, en tres manuscritos que se presentan así como frescos monumentales. La proximidad de la descripción verbal y la imagen lleva a pensar que, si las miniaturas no fueron hechas por la visionaria, lo más posible es que ella haya dirigido a quien las realizó". 

Esa profusión de imágenes sugirió a Cirlot la idea de comparar la experiencia de la mística renana con la de los surrealistas franceses. "Pensé que esa confrontación me permitiría entender mejor la experiencia visionaria -explica-. Porque el lenguaje de Hildegard es el de su época, estamos alejados ocho siglos de ella, mientras que el de los surrealistas es el nuestro, no hay esa distancia tremenda, esa alteridad tan brutal que nos separa de Hildegard. Me encontré así con artistas que hablan de su experiencia visionaria, por ejemplo, Max Ernst. Claro, Hildegard habla en términos propios de una cultura tradicional y sagrada. Ernst, en los términos de una cultura desacralizada, atea y arreligiosa. Sin embargo, dicen lo mismo en cuanto a experiencia visionaria. Ernst dice que ve, que tiene alucinaciones (los surrealistas hablan indistintamente de alucinación y visión), aunque no hay de por medio ninguna droga. Cuenta que un día sintió cómo se despertaba su capacidad visionaria, mientras miraba la textura de un parqué usado, en un hotel de la Bretaña francesa. Estamos hablando de 1925. Ese día descubre el frottage , técnica fundamental en el arte del siglo XX". 

Cirlot establece una diferencia entre las imágenes que provienen del pensamiento y las que proceden de una visión: "En la aparición de las imágenes, como la describe Ernst, hay una espontaneidad absoluta. No estamos ante un yo que piensa y crea la imagen (eso es lo que se llama fantasía, la imagen que procede del pensamiento y, por tanto, del sujeto). Estamos ante una recepción de imágenes, por eso hablo de floración, en la que el sujeto no interviene. En una cultura sagrada, se dice que el sujeto las recibe de Dios, como decían Hildegard o Juan de Patmos, porque el modelo es el Apocalipsis. Ernst cuenta que él está callado, pasivo y espera que salgan las imágenes; en su lenguaje, es del inconsciente de donde provienen las imágenes. Al definirse como canales a través de los cuales las imágenes pasan, Hildegard se reclama instrumento divino mientras que, de ese modo, Ernst niega la figura romántica del genio. Pero el mecanismo es el mismo. Desde Ernst hasta Joan Miró, que cuenta que eso le ocurrió cuando estaba en la calle Blondel, en París, y no comía, porque no tenía un céntimo. El nuevo mundo de Miró sale de toda una época de experiencia visionaria".

En Buenos Aires, adonde llegó invitada por el Malba para la presentación de un número de 
El hilo de Ariadna en el que colaboró, Cirlot apreció la obra de Xul Solar, en la que cree descubrir huellas del mismo proceso: "Xul Solar es un visionario -afirma-. La luz que impregna su obra es inequívoca: una luminosidad extraña que remite a un mundo otro, que justamente es el objeto de la visión. Hablamos de visionario cuando lo que se ve no es el mundo que nos rodea sino otro mundo, que no se percibe mediante el ojo físico sino mediante lo que llamamos el ojo interior. En el siglo XII, Richard de Saint Victor expresó la diferencia entre ambos: ´Sólo el sentido corporal ve las cosas visibles, pero sólo el ojo del corazón ve las cosas invisibles´, escribió". Cirlot muestra, por un lado, una de las figuras de Hildegard: un personaje sin ojos en la cara pero cuyo ropaje está repleto de ojos y, por otro, un collage de Ernst, en el que la bola mágica del mago Robert-Houdin se transforma en un ojo atravesado por un hilo, el ojo rebanado que Buñuel trasladó al cine en El perro andaluz. "La ceguera de los ojos corporales y la apertura de los interiores es un tema en la iconografía surrealista, no sólo en Ernst, sino también en otros artistas como De Chirico", añade y recuerda palabras de André Breton en El surrealismo y la pintura (1928): "La obra plástica [...] se referirá a un modelo puramente interior o no será". 

Cirlot piensa que la capacidad visionaria depende de una facultad vinculada con los procesos creativos: "Creo que ciertas personas tienen esa facultad y que el conocimiento mayor del cerebro fijará una facultad visionaria. No es algo tan extraordinario o extraño, sino algo íntimamente relacionado con el proceso creador, con el enigma de la creación. Si hay un enigma, lo hay tanto en el ser creador como en el visionario. Hablamos de cosas que parecen diferentes porque lo hacemos en culturas diferentes pero, en realidad, pienso que la experiencia es la misma".