Bella, elegante y añosa pululaba las cantinas y bares del barrio, era bastante ágil, la verdad es que nunca la vi buena y sana, como diría mi madre.
Delgada como un “palote” y libre como el viento, de un mundo bastante distinto al mío, y que ocasionalmente dormíamos bajo el mismo techo, se había convertido en la nueva amiga de don Segundo, nuestro anciano casero.
En sus nocturnos encuentros se embriagaban hasta olvidar sus nombres.
A su regreso bailaban y cantaban, doblados como churro, diría mi padre.
De madrugaba Elcira huía como siempre de los brazos del viejo.Autor: Manuela Bossans Ardiles
1 comentario:
Como la Flaca de la historia existen lamentablemente muchas. Quizás qué entretenida historia y hasta dolorosa experiencia, las lleva a pulular y casi habitar en bares.
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